El bajo estado de ánimo puede deberse también a un ritmo estacional. 

 

Si bien las tendencias estacionales del humor y las emociones han sido reconocidas en la experiencia médica desde hace más de 100 años, sólo en 1980 se objetivaron los rasgos diferenciales de una enfermedad afectiva que implica la depresión otoñal o invernal recurrente (“enfermedad afectiva estacional”). 

 

Los síntomas de este tipo de depresión, llamado también trastorno afectivo estacional (TAE), son algo diferentes a los de la depresión mayor.

 

• Ambas formas incluyen letargo y trastornos del sueño, pero cada otoño o invierno, cuando los días son cortos y las noches largas, las personas con esta afección se cansan fácilmente, ingieren dietas hipercalóricas de hidratos de carbono, aumentan de peso y tienen una ansiedad o tristeza exageradas. 

 

• Como se recordará, las personas con depresión mayor suelen perder el apetito.

 

• Con la llegada de la primavera los pacientes emergen de la depresión y, en ciertas circunstancias, pueden mostrar síntomas maníacos moderados.

 

• Distintos estudios epidemiológicos indican que la enfermedad afectiva estacional es de frecuencia mayor cuanto más alejada esté la población del Ecuador.

 

El TAE, al igual que el trastorno bipolar y la depresión grave, parece tener una base genética.

 

• En un estudio de 6.439 gemelos adultos, Madden y colaboradores descubrieron en 1996 que el TAE tenía carácter familiar y estimaron que al menos el 29 por ciento de la varianza de los trastornos del estado de ánimo estacional podía atribuirse a factores genéticos.

 

Como en los seres humanos aproximadamente un tercio de la variabilidad en la estacionalidad es genética ¿qué ventaja evolutiva podría tener esta característica genéticamente conservada? 

 

Desde un punto de vista evolutivo la estacionalidad presumiblemente representó una ventaja, ya que permitió el ahorro de energía en los momentos de escasez de alimentos. 

 

• Pero esta ventaja puede ser perjudicial actualmente, ya que los individuos más susceptibles están en mayor riesgo de aumento de peso en el invierno.

 

Podríamos decir así que la enfermedad afectiva estacional es el equivalente humano de la hibernación.

 

• La disminución de la libido en el invierno reduce las posibilidades de nacimiento en el siguiente invierno (el tiempo menos propicio para la supervivencia de los recién nacidos). 

 

• Asimismo, los cambios estacionales en la ingesta de alimentos aumentan el éxito reproductivo porque el sobrepeso de la madre embarazada facilita el aumento de peso fetal. 

 

En Argentina no existen investigaciones publicadas sobre la incidencia de enfermedad afectiva estacional, pero se supone que ella debiera producirse, como en el hemisferio norte, en poblaciones de latitudes superiores a los 45° latitud sur.

 

En el único estudio relacionado publicado por Lawrynowicz y Baker, en 2005, se analizaron las tasas de suicidio en las tres provincias más meridionales de Argentina (Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego) tomando como fuente el Agrupamiento de Causas de Mortalidad por División Político Territorial de Residencia, Edad y Sexo: República Argentina. Buenos Aires, Ministerio de Salud, 2002. 

 

Las tasas de suicidio fueron 5.9 (en las mujeres) y 21,4 (en los hombres) por cada 100.000 habitantes, en comparación con tasas nacionales de 3.1 (en las mujeres) y 15,5 (en los hombres). La conclusión de los autores fue que tal diferencia podría estar vinculada, entre otros factores, a una mayor incidencia de enfermedad afectiva estacional.

 

Como los animales miden, entre otra información, la luz en horas de la mañana como indicio de la estación del año, en invierno amanece en estas regiones muy tardíamente, así se desfasa el efecto matutino de la luz, fundamental para la sincronización del reloj circadiano.

 

La buena noticia es que la Higiene del Sueño es un tratamiento seguro y eficaz para la enfermedad afectiva estacional.